lunes, 2 de marzo de 2015

PROYECTO THOR: Los satélites de bombardeo cinético

Durante la Guerra Fría hasta hoy día, los Estados Unidos invierten infinidad de recursos en el diseño y construcción de armas que les permitan estar a la cabeza del resto de potencias mundiales y poder ejercer su influencia en el mundo. Sus armas de destrucción masiva como las bombas nucleares han ido avanzando generación tras generación hasta convertirse en verdaderas herramientas para la aniquilación global, pero estas no son las únicas armas desarrolladas durante este tiempo. Iniciado en los años 1950, el proyecto Thor es uno de los proyectos más ambiciosos en cuanto a armas de destrucción masiva se conoce. Aunque aún no está demostrado que haya sido utilizado muchas personas piensan que ya está en funcionamiento y orbitando sobre nuestras cabezas.


Entendemos por bombardeo cinético al acto de atacar desde el espacio una parte de la superficie planetaria con un proyectil no explosivo donde la fuerza destructiva proviene de la energía cinética liberada durante el impacto del proyectil.

El proyecto Thor no es más que esto. Satélites orbitando al rededor de la Tierra armados con "cilindros" de tungsteno (uno de los metales más duros que existen hasta la fecha) de unos pocos metros de longitud y una computadora con sistema de guía.


Una vez lanzado uno de estos "cilindros", dicho objeto se movería a velocidades orbitales, de como mínimo 9 kilómetros por segundo. La forma de estos objetos es óptima, mejora la reentrada en la atmósfera y maximiza la capacidad de penetrar en objetivos resistentes o enterrados. Se estima que la cantidad de energía liberada por la versión más grande de "cilindro" es comparable a la de una bomba nuclear pequeña, el único cambio sería que la zona atacada no sería envenenada por la radiación. Otras estimaciones defienden que su poder destructivo podría ser mucho mayor.


Debido a que la velocidad del impacto es muy alta y la sección visible en el radar es muy pequeña la defensa contra esta arma es bastante complicada. El lanzamiento es muy difícil de detectar pues podría ser cualquier señal de infrarrojos detectada en la órbita, en cualquier posición. Debido a que es un lanzamiento balístico esta señal infrarroja sería mucho más débil que otras. El único inconveniente del arma sería los sensores de esta pues quedan inutilizados durante la reentrada atmosférica debido al recubrimiento de plasma que se forma a su alrededor. Un objetivo móvil sería difícil de alcanzar si realizase una maniobra imprevista.


El tiempo entre pérdida de órbita e impacto sería de pocos minutos y dependiendo de las órbitas controladas por estos satélites tendría un alcance mundial. Tan solo se tendría que esperar a que el satélite estuviese posicionado en el lugar indicado sobre el planeta para iniciar el bombardeo.


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